domingo, 2 de agosto de 2009

LUCIA MORETT Y EL TEATRO, UNA RELACION VERDADERA (SEPTIMA JORNADA)

Los ensayos dieron comienzo de inmediato. La posibilidad de dar inicio a esa muy breve temporada era un aliciente para ese elenco tan numeroso en el cual todos por igual estaban dispuestos a correr el riesgo (tan conocido por todos los que hacemos teatro a nivel independiente) de ganar muy poco dinero o trabajar para un público poco numeroso. Nunca, en los quince años previos de trabajo, habíamos encontrado tanta unión en torno a un tema. Evidentemente era importante para todos el contar esa historia de crimen e injusticia perpetrada por el hombre en contra del hombre mismo. La relevancia que tenía el decir algo a través de nuestro trabajo era un factor de unión que difícilmente habíamos conocido en nuestro quehacer teatral. Así lo hace notar Lucia Morett en una entrevista grabada en video con motivo de la realización del documental “SOCIEDAD ANONIMA, una ventana a la libertad” que narra veinte años de historia de las agrupaciones Sociedad Anónima y Luz Negra, al admitir la importancia que tuvo el contenido de la obra “AGONIA” para su integración a la Compañía Teatral Luz Negra.
La obra ya había sido montada y presentada en esa única función en el FARO de Oriente por lo que el trabajo se centraría en el personaje de Luisa Vanzetti, a ser caracterizado por Lucia. El reto en este caso era el de conservar la escena introductoria grabada en video por Armando Casas, por lo que la dirección tenía que poner especial énfasis en el montaje cuidadoso del nuevo personaje a interpretar. La versatilidad actoral de Lucia Andrea quedó puesta de manifiesto al encontrar con rapidez las características que diferenciaban a un personaje de otro para su representación. Dado que los ensayos para el estreno coincidían con el inicio de un nuevo semestre escolar, fue posible encontrar los tiempos correctos para el re montaje de la obra sin que esto implicara mayor dificultad para nuestra actriz ya que, de haberse requerido el trabajar sobre el final del semestre, seguramente la necesidad de presentar exámenes finales de las materias prácticas que demandaba la carrera hubiera hecho surgir mayores problemas.
Afortunadamente no fue asi.Con la mejor voluntad de todo el elenco para volver a repasar lo ya montado a fin de apoyar en su trabajo a Lucia, los ensayos fluyeron con armonía, conscientes de la premura que nos empujaba hacia el ansiado estreno. A todo ello se sumaba la puesta en escena en ese nuevo espacio del Centro Cultural La Pirámide que planteaba el reto de darle continuidad a los aciertos logrados en aquella función del FARO, es decir, el hacer uso del espacio escénico de una manera lo suficientemente creativa para darle al espectador la certeza de la intimidad en la que no hay escapatoria, para hacerlo participe de esa historia que narraba las últimas veinticuatro horas en la vida de dos personajes que están a punto de morir en la silla eléctrica a causa de un crimen que no cometieron propiciando en ellos la sensación de pertenecer a ese tiempo límite en el que se busca impedir, sin lograrlo, la ejecución de una sentencia injusta.
Como suele suceder en estos casos, los recursos para llegar a nuestra meta eran pocos, pero la voluntad de los involucrados era inmensa. Lucia Morett, al igual que todos nosotros seguramente registró grandes aprendizajes al asumir la responsabilidad de trabajar en lo que para ella era un primer montaje teatral con proyección más allá de las aulas escolares. La actitud de ella fue siempre de gran compromiso y solidaridad hacia un grupo—SU GRUPO—que a lo largo de una trayectoria de más de quince años hasta ese momento siempre buscaba la trascendencia más allá de los recursos materiales que pudieran rodear a su trabajo.
Por nuestra parte también aprendimos bastante trabajando con una nueva compañera cuya actitud, la mayoría de las veces discreta y silenciosa pero sumamente comprometida, nos mostraba un nuevo y refrescante camino dentro de las relaciones laborales al interior de una compañía teatral independiente.