Laura Elena Acosta Córdova. ACTRIZ ( Compañia Teatral Sociedad Anónima. 1986)
Mi actividad teatral fuera de las aulas dio inicio desde los primeros semestres de la carrera. En el marco del festival Internacional Cervantino (1986), un grupo de compañeros de distintos grados, emprendimos la aventura, la decisión de lanzarnos a las calles y plazas de la ciudad de Guanajuato con la obra “La Noche de San Silvestre”, escrita por Jorge Sandoval y dirigida por Javier Corea. Desde entonces el grupo trabajó con el nombre de “La Sociedad Anónima”.
“La Noche de San Silvestre”, ambientada en la edad media, con personajes alegóricos, habla de dos hombres que pretenden compartir las últimas horas del año; dos mendigos que están próximos a morir, aunque ellos no lo saben, y son las últimas horas de su vida el transcurrir de la obra, justo la última noche del año.
La acción se lleva a cabo en un despoblado, en las afueras de la ciudad. Aparece un tercer personaje, la “Miseria” (interpretado por mí) que propicia el encuentro entre el ciego y el leproso, un acercamiento circunstancial, pues el leproso encuentra un mendrugo de pan que la Miseria coloca deliberadamente. Minutos después de iniciado el diálogo, irrumpe en el escenario un cuarto personaje: “El Juglar”, puente o enlace entre el mundo real, de los vivos, y el submundo o mundo de los muertos.
Persuade con su música, convence con su palabrería. En esta escena se inicia un juego ritual, una pequeña parodia de la “Ultima Cena”. Después, animados por el juglar, llenos de contento, presos de la euforia, el vino, el frenesí y la embriaguez, los mendigos caen exhaustos, adormecidos por el licor y la danza, quedando en el ambiente un gran silencio.
Precedida por la Miseria, hace su aparición el quinto personaje: “La Muerte”. Su presencia, su figura enigmática y aterradora, su poder sobrehumano, hacen despertar de su embriaguez a los mendigos, quienes sorprendidos y aterrados recobran la salud inesperadamente; el ciego puede, por fin ver, y ante su azoro y desaforados gritos, se enfrenta a la Muerte lanzando un discurso que raya en lo filosófico, patético y lastimero de quien por instantes se aferra a los últimos momentos de su vida… La Muerte, rotunda y con un solo movimiento amenazador, ciega su vida. El leproso despierta de su letargo, la Muerte ya lo aguarda; éste descubre su cuerpo ágil, su piel sin llagas, sin manchas… no acierta si llorar o reír, pero presa del pánico, descubre la presencia de la Muerte; de igual forma la incrimina, la cuestiona, la maldice…pero ella clava en él su filosa mirada y calla sus injurias asestando el último golpe. El leproso cae fulminado junto al cuerpo del ciego.
Acabado su trabajo, la Muerte se dispone a partir; la Miseria hurga apresurada en los cuerpos y las pertenencias de los mendigos, rescatando objetos de valor para ella. El Juglar toca su flauta y sale jugueteando tras la Miseria; ambos personajes caminan tras los pasos majestuosos de la Muerte. El espacio queda en silencio, con los cuerpos inermes de los mendigos.
Esta obra ha sido el punto de partida de mi trayectoria como actriz. Vista a la distancia, me doy cuenta con asombro, de la capacidad emotiva y creativa; el empeño y entusiasmo con que emprendimos esta pequeña, pero gran empresa para comenzar. El teatro callejero nos abrió las puertas a un vasto campo por explorar, pues nos enfrentan a situaciones adversas, como el miedo a los grandes públicos, a las rechiflas, las burlas o a la indiferencia… pero también a la gran satisfacción que nos da el aplauso.
Había una cierta ingenuidad de quien comienza… y con esto no quiero decir que ahora domino por completo cualquier escenario y cualquier público. Cada experiencia es diferente, cada montaje un comenzar de nuevo, y ese miedo y esa inseguridad era por parte de todo el grupo; ese pánico escénico que se apodera hasta del más experimentado actor.
Esta experiencia fue una gran hazaña que me enriqueció y me ayudó a entender que : “esto es lo que yo quiero hacer”; era yo enfrentada a una forma de vida, y me gustaba la perspectiva; además de que este montaje era la primera experiencia en forma de “hacer teatro”, previo paso por la Escuela de Iniciación Artística de Bellas Artes.
Uno de los problemas con los que nos enfrentamos, fue el acercamiento, el contacto con las Instituciones Culturales. Como nos lanzamos con arrojo y tomamos las calles y plazas sin pedir permiso, sin avisar, pretendieron “reclutarnos” e incluirnos en su programa y apegarnos a horarios y lugares fijos, eso era limitarnos. Teníamos fe en nosotros mismos y grandes deseos de presentar nuestro trabajo. Además los callejones, las calles laberínticas y recovecos que caracterizan a la ciudad de Guanajuato, eran motivo suficiente para desatar nuestra creatividad y asumirnos como grupo “independiente”. Teníamos un cierto arrastre entre un determinado público asiduo que identificaba nuestro montaje; y en el transcurrir de la obra, entre bailes y piruetas, lográbamos congregar desde varias decenas de espectadores hasta pequeñas multitudes.
viernes, 24 de abril de 2009
EL VALS DE LOS LOCOS (Para acabar con todas las guerras) Fundamentos 5
PALABRAS DE BARTOLOMÉ VANZETTI AL SER CONDENADO A MUERTE
Bartolomé Vanzetti ¿Tiene usted alguna razón que argumentar, por la cuál no debería ser condenado a muerte?
Bartolomé Vanzetti:
Si...lo que yo digo es que soy inocente...que no solo soy inocente, sino que en toda mi vida, nunca he robado, matado, ni he derramado sangre.
Esto es lo que yo quiero decir.
Y no es todo. No solo soy inocente de estos dos crímenes, sino que he luchado toda mi vida, desde que tuve uso de razón, para eliminar el crimen de la faz de la tierra.
Ahora, tengo que decir que no solo soy inocente de todas estas cosas, no solo no he cometido un solo crimen en mi vida, algunos pecados sí, pero nunca un crimen...no sólo he luchado toda mi vida para desterrar los crímenes que la ley y la moral oficial condenan, sino también aquellos crímenes que la ley y la moral oficial no condenan y si promueven y santifican...la explotación y la opresión del hombre por el hombre. Y si hay alguna razón por la cuál yo estoy en esta sala como reo, si hay alguna razón por la cuál dentro de unos minutos usted está a punto de condenarme, es por esa razón y por ninguna otra.
Nosotros hemos sido juzgados durante un periodo que ya ha pasado a la historia. Un periodo en el que había una ola de histeria, resentimiento y odio racial contra la gente con nuestras ideas y nuestra condición de extranjeros y me parece, o más bien estoy seguro que usted y el señor fiscal han hecho todo lo posible por agitar la pasión de los miembros del jurado en contra nuestra Ellos nos odian porque estamos contra la guerra, y no saben distinguir entre un hombre que está contra la guerra porque la considera injusta, porque no odia a ningún pueblo sobre la tierra y un hombre que está contra la guerra porque está a favor del país que lucha contra el país en que el está, y entonces para ustedes es un espía.
Nosotros no somos esa clase de hombres.. el señor fiscal sabe perfectamente que nosotros estábamos contra la guerra porque no creíamos en los propósitos por los cuáles, según ellos, se hacía esta guerra. La creíamos injusta y creemos eso hoy más que hace diez años, porque cada día vamos comprendiendo mejor el resultado y las consecuencias de esa guerra.
Creemos hoy más que nunca que esa guerra fue un trágico engaño y yo voy a subir con alegría al cadalso si puedo decirle a la humanidad ¡cuidado! Los están llevando a una nueva hecatombe. Y ¿para qué? Todo lo que les dicen, todo lo que les han prometido son mentiras, trampas, engaños. Fue un crimen...prometieron libertad ¿dónde está la libertad? Prometieron prosperidad ¿en dónde está la prosperidad? Prometieron elevación y dignificación moral ¿ en donde está?
Desde el día que ingresé a la cárcel de Charlestown, su población se ha duplicado ¿dónde está la nueva moral que la guerra ha traído al mundo? ¿dónde está el progreso espiritual que hemos alcanzado gracias a la guerra? ¿dónde está la seguridad de nuestra vida?...nunca antes de la guerra hubo tantos crímenes y tanta corrupción como la que hay ahora...tanta degeneración como la que ahora reina.
Bueno, ya he dicho que no solo no soy culpable de estos crímenes...que nunca he cometido un solo crimen y que en cambio he luchado y me he sacrificado para borrar de la tierra incluso aquellos crímenes que la ley y la iglesia legitiman y santifican.
Quiero agregar esto. Que no le deseo a un perro, ni a una serpiente, al ser más bajo y despreciable de la tierra, no le deseo lo que yo he tenido que sufrir por crímenes de los que no soy culpable. Pero mi convicción más profunda es de que yo he sufrido por otros crímenes de los que si soy culpable.
Yo he sufrido y sufro porque soy un militante anarquista, y es cierto, lo soy. Porque soy italiano y es cierto, lo soy. He sufrido más por lo que creo que por lo que soy; pero estoy tan convencido de estar en lo correcto, que si ustedes pudieran matarme dos veces y yo pudiera renacer otras dos, volvería a vivir como lo he hecho hasta ahora.
si no hubiera sido por esto yo hubiera vivido mi vida hablando en las esquinas a hombres descreídos, habría muerto solo...ignorado...un fracasado.
Esta es nuestra carrera y nuestro triunfo. Nunca hubiéramos podido realizar en nuestras vidas esta obra por la tolerancia, la justicia, la comprensión entre los hombres como la que ahora cumplimos por azar.
Nuestras palabras...nuestras vidas...nuestro dolor ¡NADA!
Nuestra muerte...la muerte de un buen zapatero y un pobre pescadero ¡TODO!
(Elevando la voz) nuestra es la última hora...¡la agonía es nuestro triunfo!
Bartolomé Vanzetti ¿Tiene usted alguna razón que argumentar, por la cuál no debería ser condenado a muerte?
Bartolomé Vanzetti:
Si...lo que yo digo es que soy inocente...que no solo soy inocente, sino que en toda mi vida, nunca he robado, matado, ni he derramado sangre.
Esto es lo que yo quiero decir.
Y no es todo. No solo soy inocente de estos dos crímenes, sino que he luchado toda mi vida, desde que tuve uso de razón, para eliminar el crimen de la faz de la tierra.
Ahora, tengo que decir que no solo soy inocente de todas estas cosas, no solo no he cometido un solo crimen en mi vida, algunos pecados sí, pero nunca un crimen...no sólo he luchado toda mi vida para desterrar los crímenes que la ley y la moral oficial condenan, sino también aquellos crímenes que la ley y la moral oficial no condenan y si promueven y santifican...la explotación y la opresión del hombre por el hombre. Y si hay alguna razón por la cuál yo estoy en esta sala como reo, si hay alguna razón por la cuál dentro de unos minutos usted está a punto de condenarme, es por esa razón y por ninguna otra.
Nosotros hemos sido juzgados durante un periodo que ya ha pasado a la historia. Un periodo en el que había una ola de histeria, resentimiento y odio racial contra la gente con nuestras ideas y nuestra condición de extranjeros y me parece, o más bien estoy seguro que usted y el señor fiscal han hecho todo lo posible por agitar la pasión de los miembros del jurado en contra nuestra Ellos nos odian porque estamos contra la guerra, y no saben distinguir entre un hombre que está contra la guerra porque la considera injusta, porque no odia a ningún pueblo sobre la tierra y un hombre que está contra la guerra porque está a favor del país que lucha contra el país en que el está, y entonces para ustedes es un espía.
Nosotros no somos esa clase de hombres.. el señor fiscal sabe perfectamente que nosotros estábamos contra la guerra porque no creíamos en los propósitos por los cuáles, según ellos, se hacía esta guerra. La creíamos injusta y creemos eso hoy más que hace diez años, porque cada día vamos comprendiendo mejor el resultado y las consecuencias de esa guerra.
Creemos hoy más que nunca que esa guerra fue un trágico engaño y yo voy a subir con alegría al cadalso si puedo decirle a la humanidad ¡cuidado! Los están llevando a una nueva hecatombe. Y ¿para qué? Todo lo que les dicen, todo lo que les han prometido son mentiras, trampas, engaños. Fue un crimen...prometieron libertad ¿dónde está la libertad? Prometieron prosperidad ¿en dónde está la prosperidad? Prometieron elevación y dignificación moral ¿ en donde está?
Desde el día que ingresé a la cárcel de Charlestown, su población se ha duplicado ¿dónde está la nueva moral que la guerra ha traído al mundo? ¿dónde está el progreso espiritual que hemos alcanzado gracias a la guerra? ¿dónde está la seguridad de nuestra vida?...nunca antes de la guerra hubo tantos crímenes y tanta corrupción como la que hay ahora...tanta degeneración como la que ahora reina.
Bueno, ya he dicho que no solo no soy culpable de estos crímenes...que nunca he cometido un solo crimen y que en cambio he luchado y me he sacrificado para borrar de la tierra incluso aquellos crímenes que la ley y la iglesia legitiman y santifican.
Quiero agregar esto. Que no le deseo a un perro, ni a una serpiente, al ser más bajo y despreciable de la tierra, no le deseo lo que yo he tenido que sufrir por crímenes de los que no soy culpable. Pero mi convicción más profunda es de que yo he sufrido por otros crímenes de los que si soy culpable.
Yo he sufrido y sufro porque soy un militante anarquista, y es cierto, lo soy. Porque soy italiano y es cierto, lo soy. He sufrido más por lo que creo que por lo que soy; pero estoy tan convencido de estar en lo correcto, que si ustedes pudieran matarme dos veces y yo pudiera renacer otras dos, volvería a vivir como lo he hecho hasta ahora.
si no hubiera sido por esto yo hubiera vivido mi vida hablando en las esquinas a hombres descreídos, habría muerto solo...ignorado...un fracasado.
Esta es nuestra carrera y nuestro triunfo. Nunca hubiéramos podido realizar en nuestras vidas esta obra por la tolerancia, la justicia, la comprensión entre los hombres como la que ahora cumplimos por azar.
Nuestras palabras...nuestras vidas...nuestro dolor ¡NADA!
Nuestra muerte...la muerte de un buen zapatero y un pobre pescadero ¡TODO!
(Elevando la voz) nuestra es la última hora...¡la agonía es nuestro triunfo!
EL VALS DE LOS LOCOS (Para acabar con todas las guerras) Fundamentos 4
PALABRAS DE NICOLÁS SACCO ANTE LA AUDIENCIA DE DEDHAM
Pude ver a los mejores hombres, a los más inteligentes y educados, arrestados y enviados a la prisión y muertos en ella o durante años sin poder salir de allí. Y Debs, uno de los más grandes hombres de este país, todavía está en la prisión, porque es socialista. Quería que la clase trabajadora viviese en mejores condiciones, tuviera más educación, proporcionara a los niños más probabilidades de llegar a ser algo algún día, pero lo metieron en la cárcel. ¿Por qué? Porque la clase capitalista está contra todo esto, la clase capitalista no quiere que nuestros hijos vayan a las universidades o a los colegios de Harvard. No hay ninguna probabilidad ... no quiere que la clase laboriosa se eduque, que la clase trabajadora levante la cabeza, exige que esté siempre sometida. Sucede a veces, ustedes lo saben, que los Rockefeller, los Morgan, dan cincuenta ... quiero decir que dan 500.000 dólares al colegio de Harvard, dan un millón de dólares para cualquier otra escuela. Todos dicen: Bien, D. Rockefeller es un gran hombre, el mejor hombre del país. Quisiera preguntarle, ¿quién va al colegio de Harvard? ¿Qué beneficio saca la clase trabajadora de que el multimillonario Rockefeller regale un millón de dólares? No tiene ni la menor probabilidad, la clase desheredada, de concurrir al colegio de Harvard, porque hombres que ganan $21 por semana o $30, aunque ganen $80, si tienen una familia con cinco hijos no puede con ese sueldo vivir y enviar a sus hijos al colegio de Harvard, si es que quieren comer de acuerdo a sus necesidades. Se ven obligados a comer como las vacas, pero yo concibo que los hombres deben vivir como hombres. Entiendo que los hombres deben gozar de todo lo que la naturaleza les pueda ofrecer.
He aquí como cambiaron mis ideas. He aquí por qué amo al pueblo que sufre y trabaja y odia la guerra. No queremos luchar con los fusiles, y no queremos destruir a hombres jóvenes, llenos de salud. La madre ha sufrido en el trabajo cotidiano de criar a un hombre. Llega un día en que se necesita un poco más de pan y cuando logra que el hijo lo traiga como producto del trabajo del muchacho, vienen los Rockefeller, los Morgan o alguna gente de esa laya, de las clases dirigentes, y los envían a la guerra. ¿Por qué? ¿Qué es la guerra? La guerra no es empuñar el fusil como Abraham Lincoln y Jefferson, para luchar por un país libre, para dar oportunidades a los pueblos de una educación mejor, no solamente para la raza blanca, sino para la negra y las otras, porque todos son hombres; sino que la guerra se hace en beneficio de los grandes millonarios, las guerras son negocios, producen millones de dólares.
¿Qué derecho tenemos de matarnos los unos a los otros? He trabajado con irlandeses. He trabajado con alemanes, con franceses, y con otra mucha gente. Amo a esa gente como a mi mujer y a mi pueblo, por lo bien que me han tratado. ¿Por qué había de matar a esos hombres? ¿Qué me han hecho? Ellos nunca me han hecho nada. Por lo tanto no creo en la guerra. Quiero destruir todas las armas. Todo lo que puedo decir es que el gobierno no educa. Recuerdo que en Italia, hace unos sesenta años, el gobierno no podía evitar eses daños y perjuicios, de modo que un día alguien dijo en el gabinete: Si queréis destruir esos perjuicios, si queréis eliminar a esos criminales, debéis dar una oportunidad a la literatura socialista, a la educación del pobre, a la emancipación. Por eso es que quiero destruir el gobierno. Esa es mi idea del amor socialista. Por eso es que amo al pueblo que quiere educarse y vivir, construyendo lo que es bueno en la medida de lo posible. Eso es todo.
Nicolás Sacco
Pude ver a los mejores hombres, a los más inteligentes y educados, arrestados y enviados a la prisión y muertos en ella o durante años sin poder salir de allí. Y Debs, uno de los más grandes hombres de este país, todavía está en la prisión, porque es socialista. Quería que la clase trabajadora viviese en mejores condiciones, tuviera más educación, proporcionara a los niños más probabilidades de llegar a ser algo algún día, pero lo metieron en la cárcel. ¿Por qué? Porque la clase capitalista está contra todo esto, la clase capitalista no quiere que nuestros hijos vayan a las universidades o a los colegios de Harvard. No hay ninguna probabilidad ... no quiere que la clase laboriosa se eduque, que la clase trabajadora levante la cabeza, exige que esté siempre sometida. Sucede a veces, ustedes lo saben, que los Rockefeller, los Morgan, dan cincuenta ... quiero decir que dan 500.000 dólares al colegio de Harvard, dan un millón de dólares para cualquier otra escuela. Todos dicen: Bien, D. Rockefeller es un gran hombre, el mejor hombre del país. Quisiera preguntarle, ¿quién va al colegio de Harvard? ¿Qué beneficio saca la clase trabajadora de que el multimillonario Rockefeller regale un millón de dólares? No tiene ni la menor probabilidad, la clase desheredada, de concurrir al colegio de Harvard, porque hombres que ganan $21 por semana o $30, aunque ganen $80, si tienen una familia con cinco hijos no puede con ese sueldo vivir y enviar a sus hijos al colegio de Harvard, si es que quieren comer de acuerdo a sus necesidades. Se ven obligados a comer como las vacas, pero yo concibo que los hombres deben vivir como hombres. Entiendo que los hombres deben gozar de todo lo que la naturaleza les pueda ofrecer.
He aquí como cambiaron mis ideas. He aquí por qué amo al pueblo que sufre y trabaja y odia la guerra. No queremos luchar con los fusiles, y no queremos destruir a hombres jóvenes, llenos de salud. La madre ha sufrido en el trabajo cotidiano de criar a un hombre. Llega un día en que se necesita un poco más de pan y cuando logra que el hijo lo traiga como producto del trabajo del muchacho, vienen los Rockefeller, los Morgan o alguna gente de esa laya, de las clases dirigentes, y los envían a la guerra. ¿Por qué? ¿Qué es la guerra? La guerra no es empuñar el fusil como Abraham Lincoln y Jefferson, para luchar por un país libre, para dar oportunidades a los pueblos de una educación mejor, no solamente para la raza blanca, sino para la negra y las otras, porque todos son hombres; sino que la guerra se hace en beneficio de los grandes millonarios, las guerras son negocios, producen millones de dólares.
¿Qué derecho tenemos de matarnos los unos a los otros? He trabajado con irlandeses. He trabajado con alemanes, con franceses, y con otra mucha gente. Amo a esa gente como a mi mujer y a mi pueblo, por lo bien que me han tratado. ¿Por qué había de matar a esos hombres? ¿Qué me han hecho? Ellos nunca me han hecho nada. Por lo tanto no creo en la guerra. Quiero destruir todas las armas. Todo lo que puedo decir es que el gobierno no educa. Recuerdo que en Italia, hace unos sesenta años, el gobierno no podía evitar eses daños y perjuicios, de modo que un día alguien dijo en el gabinete: Si queréis destruir esos perjuicios, si queréis eliminar a esos criminales, debéis dar una oportunidad a la literatura socialista, a la educación del pobre, a la emancipación. Por eso es que quiero destruir el gobierno. Esa es mi idea del amor socialista. Por eso es que amo al pueblo que quiere educarse y vivir, construyendo lo que es bueno en la medida de lo posible. Eso es todo.
Nicolás Sacco
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