lunes, 9 de noviembre de 2009

Lucia Morett LA FUNCION SOCIAL DEL TEATRO (primera parte)


Para Lucia ANDREA Morett Alvarez, (por no permitirse nunca abandonar su pasión por el teatro)

En Marzo del 2008, a raíz de los lamentables acontecimientos sucedidos en la provincia de Sucumbíos Ecuador en los que cuatro estudiantes mexicanos murieron asesinados a manos del ejército colombiano y sobrevivió una más, Lucia Andrea Morett Álvarez, un articulista del diario Milenio de nombre Carlos Mota, escribió un no menos lamentable artículo en el que denostaba la existencia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuestionando la utilidad de sus carreras y subrayando la “inutilidad” de sus egresados una vez que se hizo público que tres de los estudiantes fallecidos y la sobreviviente eran alumnos de dicha Facultad.
Aquí, sus palabras:

¿Quién quiere estudiar Filosofía en la UNAM?

¿Qué perspectivas profesionales tiene un joven que estudie en la Facultad de Filosofía y Letras o en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM? ¿Podría ser contratado en empresas como Unilever, Nokia, Sony o Cemex? ¿Querría? ¿Está preparado para agregar valor económico o para generar empleos?
Durante la única conferencia que dicté en uno de los auditorios de la UNAM, años atrás, recuerdo que los estudiantes me escuchaban con cara de no entiendo nada, como si les estuviera hablando de otro planeta. Yo les hablaba de liderazgo empresarial, y les puse ejemplos de Bimbo o Sabritas. Yo he dado clases por años, y no tengo problema para comunicarme en un lenguaje claro con quien no domina la materia de negocios. El problema estaba del otro lado.
Los numerosos ejemplos de estudiantes de esas facultades, empezando por El Mosh y aderezado esta semana por Lucía Andrea Morett Álvarez —la estudiante mexicana herida en el campamento de las FARC en Ecuador—, deberían merecernos reflexiones serias sobre los programas académicos, las habilidades conceptuales y —en todo caso—, el adoctrinamiento de que son sujetos algunos jóvenes en esas aulas.
Ojo. El problema no está en la disciplina, pues hay exitosos egresados de licenciaturas afines que se emplean en agencias de investigación de mercados o que se insertan en procesos creativos en corporaciones que gustan de nutrirse de talento diverso, multiplicando las posibilidades que les brindan los egresados de las facultades de negocios o economía. No. El problema está en la intención profesional con la que egresan varios jóvenes de esas facultades. Quieren romper el mundo, no construirlo. Uno, que está en el mundo de los negocios, se puede topar con un dentista transformado en publirrelacionsta teniendo éxito, prosperando, aunque no fue en lo que originalmente estudió. Pero no es común hallar un filósofo de la UNAM inserto en el mundo de los negocios. ¿Por qué será?
En Estados Unidos es numeroso el grupo de filósofos o egresados de escuelas de arte que luego estudian un MBA. ¿Su propósito? Hacer negocios. Prosperar. Aquí, sin embargo, los exportamos a los campamentos guerrilleros latinoamericanos. ¿Por qué es ese su destino?“ (FIN DE LA CITA)


Es innegable que la Facultad de Filosofía y Letras no imparte carreras económicamente lucrativas y que difícilmente los alumnos que a ella acuden, esperan enriquecerse, no obstante, es un hecho (en relación a las absurdas palabras de Carlos Mota) que las habilidades conceptuales, generadas por los programas académicos que dan base al conocimiento que en dicha Facultad se imparte y que la conciencia social, crítica y autónoma que de ellas se derivan son cualidades que evidentemente le hacen poner cara de “no entiendo nada” a nuestro sesudo analista económico egresado de Yale.

De más está comentar en detalle la superficialidad de dicho artículo, baste decir que tales palabras son un insulto a la inteligencia de aquél que las escribió y por extensión, de aquél que les otorgue crédito alguno.

En contraste vale recordar una anécdota sucedida durante la colecta de firmas en apoyo a Lucia Morett de parte de la comunidad teatral y artística para la carta publicada en el diario La Jornada el cinco de Julio del presente año. Durante una comida en casa del director de la agrupación teatral Saltimbanqui, nuestro compañero Eduardo, director de dicha compañía con 35 años de experiencia, exclamo con vehemencia antes de plasmar su firma (palabras más, palabras menos). “Si no vamos a creer en la versión de esta mujer con respecto a su presencia en un campamento guerrillero para realizar una investigación de campo para su tesis, ¿EN DONDE DIABLOS ESTA LA FUNCION SOCIAL DEL TEATRO? “ Acto seguido, evocó durante varias horas la búsqueda que por encontrar la esencia de lo social en el acto teatral ha llevado a cabo a lo largo de su trayectoria.
Esa es, de alguna manera, la misma pregunta que Lucia Andrea Morett Álvarez lanza al aire en la introducción de su tesis “Colombia, una revolución para el teatro y un teatro para la revolución” cuando plantea las razones del porque de su trabajo para obtener el título de Licenciado en Literatura dramática y teatro por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. “Durante el tiempo que cursé esta carrera hubiera querido que en alguna clase se abordaran temas relacionados con el compromiso social en el teatro. Sin embargo, no fue así” . Esas son las palabras que han quedado registradas en la mencionada tesis y que ponen de manifiesto y cuestionan el descuido que la Academia teatral ha puesto en el enfoque de una carrera que paradójicamente cuenta en su listado de materias de estudio con una asignatura llamada “Teatro y Sociedad”.
El tema de la tesis de Lucia Morett es esencialmente ese, la función social del teatro , desde la perspectiva del análisis de un tema concreto. El teatro Colombiano de creación colectiva.
Hablamos de un fenómeno muy peculiar dentro de la historia del teatro latinoamericano, pues si bien el teatro de creación colectiva no es un movimiento exclusivo de Colombia, como bien lo menciona la autora, si es ahí donde, por circunstancias de orden social, toma fuerza como teoría teatral y propuesta estética.
El titulo (“Colombia, una revolución para el teatro y un teatro para la revolución”) es contundente. Ante la necesidad de voz que tiene el pueblo colombiano en medio de la dolorosa circunstancia que vive desde hace más de cuarenta años y que se podría definir como una “revolución interminable” , el teatro ha tomado carta de identidad como una herramienta necesaria , como un arma que no requiere derramar sangre para sacudir estructuras, un teatro emergente y urgente que renueva los lenguajes , otra forma de hacer la revolución surgida desde las raíces de la cultura del pueblo.
De tal manera asume Lucia Morett un compromiso social con su profesión que para la Academia ha permanecido inédito como de alguna manera lo acepta el actual coordinador de la Licenciatura en Literatura Dramática y Teatro—el profesor Tibor Bak Geler-- al avalar, en cierto modo, la validez del trabajo de Lucia, toda vez que afirma que, "desde la perspectiva netamente académica y científica tiene fundamento una tesis con este titulo puesto que trata un tema que no se conoce".
Y por supuesto, realizar una tesis con este tema y aspirar a la trascendencia requería de ir más allá de los libros o el internet como sugeriría con superlativa torpeza el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez al pretender cuestionar la presencia de los estudiantes mexicanos en un campamento guerrillero en Ecuador con fines académicos, afirmando que “para hacer una tesis ahí está el internet”.
Así, el caso de Lucia Morett ha servido para subrayar una situación absurda. Que en pleno siglo XXI aún exista quien pretenda negar en abstracto la muy íntima relación entre el Teatro y la Sociedad.