jueves, 28 de mayo de 2009

UNA HISTORIA SENCILLA 4

Y así, en esa coincidencia de fechas entre la convocatoria al concurso de teatro callejero y los exámenes de fin de semestre, las reuniones continuaron en la casa de Roberto en Coyoacan.
Inolvidable, el último encuentro con el Maestro Enrique Ruelas, quien, además de ser el fundador de la Licenciatura en Arte Dramático, había sido, si se puede decir así, el inventor del Festival Cervantino, al haber tenido la loca ocurrencia de montar los Entremeses de Cervantes en la Plaza de San Roque de la Ciudad de Guanajuato, en una época (los años cincuenta) en la que difícilmente era aceptable el sacar el teatro de su recinto para exponerlo a la mirada de un publico diferente sin que necesariamente pudiera catalogarse esta propuesta como teatro callejero. La cuestión es que, esa propuesta además de romper los moldes, rompió las fronteras y la fama de sus representaciones anuales atrajo a un turismo cada vez más ávido por conocer esa "extraña" representación que hacía revivir la literatura cervantina en un entorno inmejorable para la evocación. Dicho fenómeno, al crecer año con año, dio pie a que, a inicio de la década de los setenta, el gobierno mexicano organizara un festival cultural cuyo eje era la representación anual de los Entremeses y en torno a él se abrieron nuevos escenarios a propuestas escénicas de todo el mundo, naciendo así el llamado Festival Internacional Cervantino.
Inolvidable, decía, ese último encuentro con el maestro Ruelas una vez terminado el curso. La cita fue en el llamado Espacio Múltiple del área de teatros de la Facultad y el motivo, la entrega de calificaciones y los últimos comentarios a los exámenes presentados.
Por alguna extraña razón, el maestro había mostrado una especial simpatía hacia nuestra generación, motivo por el cuál esa reunión tendría algo especial al ser la última ocasión en que él se permitía esa clase de convivencia total y abierta con sus alumnos ya que, desgraciadamente fallecería en el transcurso del año siguiente.
La cuestión es que ese encuentro nos permitió conocer ese rostro especial de Don Enrique Ruelas, un hombre que, a pesar de su apariencia conservadora y su estricta disciplina en clase (como olvidar su atronadora voz gritando "¡Cierren esa puerta!" cada vez que alguien cometía la osadía de asomarse al teatro en medio de algún ejercicio) a pesar de ello miraba con simpatía nuestro cínico afán por explorar en los paraísos artificiales sonriendo condescendiente cada vez que nos veía lo que se dice "completamente pachecos".
Pasado el momento del comentario académico, la reunión devino tertulia y en medio de risas y chanzas, se nos ocurrió decirle al maestro algo así como "Que onda master, usted que es el efectivo del Cervantino háganos el paro y llévenos este año ¿no?" a lo que el respondió de inmediato y sin inmutarse "¿llévenos, pues que me ven la cara de pastor o arriero? terminen de montar su obra, agarren sus cositas llenen su baúl de vestuario y láncense a la aventura, que el que no se arriesga no alcanza el mar...créanme, nada me va a dar más gusto que verlos llegar a Guanajuato y presentarse sabiendo que todo lo han logrado por su propio esfuerzo, además, hacer el teatro que ustedes decidan les va a costar sangre y algo de dinero pero no encontrarán satisfacción más grande que esa ...." más o menos fueron esas su palabras y con ellas logro su cometido pues seguir su consejo fue exactamente lo que hicimos.

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