jueves, 23 de julio de 2009

LUCIA MORETT Y EL TEATRO, UNA RELACION VERDADERA (PARTE 4)

La grabación del video fue ardua, con el profesionalismo debido, Armando Casas repetía una y otra vez la escena, ya sea por fallas en detalles técnicos, ya sea por errores en la actuación o bien por la necesidad de tener alguna toma de respaldo para la edición.

A decir verdad, nadie dentro del grupo esperaba el tratamiento de nivel profesional que Armando nos estaba concediendo y eso acentuaba la responsabilidad que todos nosotros sentíamos hacia nuestro propio trabajo. El ir y venir de los técnicos por el espacio, haciendo pruebas de luz y afinando los detalles del sonido mientras otra actriz del grupo daba los últimos retoques al maquillaje y al vestuario de Lucia Andrea son escenas que difícilmente podremos olvidar los participantes de aquella sesión. Y Lucia, quien hasta el momento solo había sido invitada para la grabación de dicho video y a quien en realidad no se le vislumbraba aún como parte integral del grupo nos regalo una buena lección de responsabilidad. Alumna apenas del segundo semestre de la carrera, al igual que nosotros ella imaginaba una sesión diferente, tal vez más sencilla. No obstante, al llegar hasta el pequeño teatro donde se llevaría a cabo la grabación, la visión de aquél movimiento de todo un equipo de producción de TV UNAM le sorprendió tanto como a nosotros instantes atrás. Distanciada del resto del grupo, al que apenas conocía se entregó a la concentración mientras preparaba la caracterización de su personaje. El evidente nerviosismo que a todos nos envolvía se traducía en ella a través de leves sonrisas y breves comentarios acerca de lo que serían sus parlamentos. Escuchando atenta las breves indicaciones del director de escena y del director de cámaras que en este caso daba Armando, dio comienzo la grabación que duro cerca de dos horas. Al término de la misma Lucia, quien había realizado su trabajo con gran profesionalismo se despojó del personaje, se despidió de los presentes y partió en silencio esbozando apenas un breve comentario acerca de la posibilidad de ver el resultado de su trabajo cuando el proceso de edición se diera por concluido. Lucia Andrea Morett había marcado así su primera huella en el suelo de ese viejo y decadente grupo de teatro llamado Luz Negra.

En el fondo todos sabíamos que en realidad la queríamos dentro del grupo y dentro, sobre todo, de nuestras vidas teatrales.

Eso sucedería más adelante, mientras tanto ella seguiría asistiendo a clases y creciendo dentro de la Academia.

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